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La lengua española está llena de palabras. El lingüista José Antonio Pascual señala que el diccionario de la Real Academia contiene 88 mil palabras y el de americanismos 70 mil. Sin embargo, en nuestra habla cotidiana ocupamos muy pocas.
Existen sensaciones y fenómenos que tienen nombre y, quizá, no lo sabíamos. Para muestra los siguientes ejemplos.
- Petricor: es el olor que se produce cuando la lluvia cae sobre la tierra seca; ése que comúnmente llamamos “tierra mojada”. El término fue acuñado por dos investigadores australianos en 1964
- Fosfenos. Son esas manchas luminosas y coloridas que vemos cuando frotamos nuestros párpados. También son comunes en personas con migraña.
- ¿Tatuarte un símbolo de infinito? No, ahora deberás decir “lemniscata”. Es el nombre de esa línea continua y entrelazada.
- Seguramente tienes un “acerico” en casa y no te habías dado cuenta. Es esa almohada pequeña que sirve para clavar alfileres y agujas.
- ¡Giste! Es la palabra para referirse a la espuma de la cerveza. Seguro podrás presumir tu conocimiento en una reunión con amigos.
- ¿Sabías que hay un nombre para la distancia que hay entre tu dedo índice y el pulgar? Se llama "jeme".
- Vaya que las manos son todo un mundo de palabras. Seguramente has visto un espacio blanquecino, en forma de media luna, al borde de la cutícula de tu uña. Su nombre es “lúnula”.
Nombras a las cosas por su nombre les otorga un lugar especial en el mundo. En nuestra galería, conoce ocho palabras más que deberías empezar a nombrar. Si no nos crees, corre por un diccionario o consulta a Fundación UNAM.