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Miami Beach, al sur de Florida, es un destino de turismo mundial que en marzo se llena de universitarios de todo Estados Unidos. Este mes, los excesos llegaron al punto que las autoridades prometieron arruinar la fiesta patrullando la playa con policías antidisturbios.
Además la policía ahora promete que dejará de hacer la vista gorda cuando los bañistas tomen alcohol en la playa o efluvios de marihuana invadan el aire marino.
"Son las vacaciones de primavera, a la gente no le importa nada", comentó Jack Rogers, un estudiante de 18 años de la universidad Towson en Maryland que estaba sentado en un muro frente al mar con sus amigos.
"Uno está aquí para divertirse", dijo a la AFP. "Pero obviamente la gente está fuera de control".
En los días tranquilos, la costa de Miami Beach suele tener más gaviotas que gente.
Pero la policía calcula que el fin de semana pasado hubo entre 3.000 y 6.000 personas en la malherida playa de arena blanca y agua turquesa.
Al caer la noche, la multitud se traslada hacia Ocean Drive, el paseo costero bordeado de restaurantes al aire libre que durante el "happy hour" venden cocteles de hasta un litro y medio.
Resultado: en las mañanas, el calor tropical potencia el olor a orina que queda adherido en los callejones.
Videos que se hicieron virales muestran a un conductor sirviendo alcohol a los pasajeros de otro vehículo en pleno tráfico y una mujer golpeada en la cara por un hombre en medio de una reyerta callejera.
Estos incidentes muestran la atmósfera en la cual Maria Michelle Logan, una turista de Chicago, murió el domingo de madrugada. En la autopista rumbo al aeropuerto, aún en ánimo festivo, la joven de 23 años se cayó del automóvil en movimiento cuando colgaba fuera de la ventanilla gritando "¡Adiós Miami!".
Fueron sus últimas palabras.
Esta tragedia, más las imágenes de estampidas y de veinteañeros tomando de un embudo, despertaron a las autoridades que se reunieron de emergencia el martes y acordaron un plan para el próximo fin de semana, el último del llamado "spring break" o receso de primavera.
"Tenemos que eliminar este fenómeno del 'spring break' tan pronto como se pueda", dijo en la reunión la comisionada John Elizabeth Alemán. "Tenemos que hacerlo mucho menos divertido, lamentablemente, para ese tipo de turismo".
"Divertirse es una cosa que no se puede prohibir", dijo a la AFP Marta Ramírez, una residente de 70 años. "Pero sí deberían tener un poco más de respeto. Que bailen y que disfruten, pero con orden".
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El eslogan de la policía "Ven de vacaciones, no te vayas en libertad condicional", no fue suficiente disuasivo.
Tampoco sirvió una carta que envió en noviembre el jefe de policía Daniel Oates a las fraternidades y hermandades universitarias de todo el país: "Si vienen a Miami Beach en 'spring break', deben obedecer nuestras leyes. De lo contrario, serán arrestados".
En la reunión del ayuntamiento se habló incluso de implementar un toque de queda. Finalmente los comisionados no llegaron tan lejos, pero prometieron medidas enérgicas.
Desde el jueves, policías en equipos antidisturbios, seguidos por oficiales en motocicletas "quod" de cuatro ruedas, comenzaron a recorrer la playa confiscando alcohol.
La zona residencial de la isla estará cerrada con barreras durante este fin de semana, habrá un oficial deplegado en cada esquina de Ocean Drive, se instalará un sistema de lectura de matrículas de coches, se implementarán técnicas para dispersar multitudes y oficiales encubiertos se mezclarán con la multitud.
"Este no es un lugar donde todo es aceptado", advirtió el alcalde Dan Gelber en un comunicado este jueves. "Si esa es la razón que tienen para venir, entonces vayan a otra parte".
Aún es pronto para estimar cuántas personas visitaron Miami Beach en marzo. Según Gelber, esta ciudad de 90.000 habitantes recibe anualmente 14 millones de turistas.
Es decir, cuando acabe el "spring break", la bella playa de Miami Beach volverá a ser de sus residentes y de las gaviotas... hasta el siguiente fin de semana largo.