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Durante este año, el icónico hotel Waldorf Astoria de Nueva York cumple 85 años de vida y a lo largo de su historia se ha vuelo famoso porque personalidades de distintos ámbitos se han hospedado ahí, desde Marilyn Monroe hasta Barack Obama.

Todos los presidentes de Estados Unidos se han hospedado en dicho hotel, desde Herbert Hoover hasta el actual mandatario han elegido este hotel, pese a que en la ciudad existen opciones más modernas. El inmueble cuenta con un halo de grandeza, pero también de historias y mitos increíbles.

Aunque no hay manera de verla desde la superficie, pero justo debajo del Waldorf Astoria pasa una extensión de la Estación Grand Central, construida en 1930 para ayudar a mantener en privado el diagnostico de poliomielitis de Franklin Delano Roosevelt. De hecho la locomotora del tren que solía usar el Presidente está abandonada debajo del hotel.

La única evidencia de la estación secreta se puede ver en la calle 49, entre las Avenidas Park y Lexington donde la numeración “101-121” indica que hay una salida.

El gran salón de baile de Waldorf Astoria tiene tal distribución que las 38 agencias de orden público de Nueva York pueden inspeccionarla en escasos minutos.

El calendario de eventos para otoño y primavera en el gran salón de baile del Waldorf está definido para los próximos cinco años. Las reuniones anuales de Naciones Unidas de septiembre, como la que se realizará esta misma semana, y otros acontecimientos suceden prácticamente el mismo día cada año, y las reservas están agotadas hasta la fecha que permite el hotel.

El salón está diseñado de tal forma que puede acomodar a los presidentes de docenas de países en forma simultánea, prestándose cuidado asimismo a las cuestiones de seguridad: el lugar de observación del Servicio Secreto se encuentra en la sala de control del audio justo enfrente al escenario.

La ensalada Waldorf fue creada en la década de 1890 en el Hotel Waldorf antes de que se fusionara con el Astoria. Pero el hotel también reivindica como propios los cupcakes de red velvet, creados en la década del 40 por un chef que usó remolacha como colorante y que, a petición de un cliente, le dio la receta con una factura por 350 dólares. El indignado huésped la dio a conocer a todo el mundo y pasó a ser así un hito de las confiterías neoyorquinas.

El Waldorf fue un pionero tecnológico en la década de 1930 cuando en cada cuarto había un aparato de radio. Esto implicaba una infraestructura tecnológica enorme, incluyendo una antena que fue construida entre las dos cúpulas del hotel.

El restaurante La Chine no tiene una sino dos entradas. El comedor privado tiene una entrada secreta a través de la cocina del hotel para los huéspedes. También hay un mini-museo en el lobby principal. Detrás de la recepción, hay vitrinas de vidrio llenas de objetos de otras épocas. De hecho el hotel posee tres vestíbulos, originalmente destinados a diferentes tipos de gente.

El hotel celebra su aniversario con shots de whisky escocés Balvenie 50 años a 2 mil 500 dólares en el Bar Bull & Bear y champagne rosé en el Sir Harry’s.

Ahí, puedes sentarte en la primera mesa a la izquierda de la entrada, la favorita de Frank Sinatra, y pedirle a 'Sonny', quien fuera su barman, que te sirva su bebida favorita, un Dewars en las rocas.

Cabe recordar que debido a su importancia en la ciudad de Nueva York, el Waldorf Astoria ha sido retratado en varias películas como Perfume de mujer (1992), Serendipity (2001) o The Adjustment Bureau (2011).

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