Anoche, Nueva York continuó con la tradición de ocho décadas del encendido del árbol de Navidad en el Centro Rockefeller, el acto que suele marcar el comienzo de las fiestas navideñas en la ciudad, considerada la capital del mundo y que es visitada por miles de turistas.
Como ya es costumbre, se trata de un abeto noruego de más de 90 años de edad y casi 29 metros de altura, cortado en la localidad de Oneonta, en el norte del estado de Nueva York. Se necesitaron ocho kilómetros de cable para conectar unas 50 mil luces LED sirvieron para iluminar el abeto.
La copa del árbol quedó coronada, como siendo habitual desde 2004, por una luminosa estrella diseñada por la firma Swarovski, con 25 mil cristales y un diámetro de tres metros.
El encendido quedó a cargo de los actores Alec Baldwin y Kate McKinnon, que últimamente han acaparado la atención por sus intervenciones en el programa Saturday Nigth Live, él representando al republicano Donald Trump y ella a la demócrata Hillary Clinton.
Antes de proceder con el encendido, desfilaron por el lugar artistas como Neil Diamond, Sarah McLachlan y Tori Kelly, así como un grupo de Rockettes del espectáculo del Radio City Music Hall, muy próximo al Centro Rockefeller.
El abeto quedará iluminado todas las noches hasta el próximo 7 de enero, aunque el día de Navidad las luces estarán encendidas las 24 horas.
Este año las restricciones han sido mayores porque el Centro Rockefeller está en la vecindad de la Torre Trump, donde vive y tiene sus oficinas el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
Este acto supone el comienzo de las fiestas navideños en Nueva York, con unas celebraciones que serán coronadas con las campanadas de fin de año en Times Square, con una asistencia que se prevé esté próxima al millón de personas.
El primer árbol de Navidad que quedó instalado en el lugar fue colocado en 1931 por trabajadores de la construcción en el sitio donde se estaba levantando el Centro Rockefeller.
La primera ceremonia formal del encendido de las lunes se desarrolló en 1933 y la tradición se ha mantenido desde entonces con algunas variaciones.
El árbol más alto que se haya colocado hasta ahora fue el que quedó instalado en 1999, de 30.5 metros, originario de la localidad de Killingworth, en el estado de Connecticut.