Hasta hace un par de años, la entrenadora fitness Jillian Michaels era una completa desconocida hasta que ganó la atención del público por su papel de entrenadora en el mega popular reality show “The Biggest Loser”.
A partir de allí, Michaels comenzó la construcción de su propio imperio de negocios basado en su marca personal. Entre las diferentes estrategias, Michaels ya lanzó un DVD de entrenamiento, escribió libros sobre pérdida de peso y se asoció con varias empresas relacionadas con este ámbito, tales como Krave Jerky y Popchips.
Aunque creció en una familia adinerada, ha tenido independencia financiera desde los 17 años. Gracias a ello y a su trabajo como entrenadora, además de sus sex appeal, la sexy entrenadora se convirtió en millonaria y está a la cabeza de ‘Empowered Media’, en conjunto con su socio Giancarlo Gersich.
A finales de 2016, la entrenadora personal estrenó un nuevo reality show sobre su vida personal llamado Just Jillian, el cual se transmite en la cadena E! Latinoamérica, la cual tiene su sede en Los Ángeles, lugar en donde vive Michaels.
Aunque a veces cumplir con tantas responsabilidades parezca una misión imposible, Michaels muestra que todo puede lograrse, pues aparte de cuidar a sus hijos Lukensia, de cinco años, y Phoenix, de tres años y medio de edad, no deja de lado a su pareja de muchos años, Heidi, mientras supervisa la renovación de una segunda casa y cuida de los animales de la granja de la familia.
A propósito de los millones de dólares de fortuna con los que cuenta, Michaels tiene una filosofía muy importante: “El dinero no puede comprar la felicidad, pero puede darte mucha libertades”.
“No tengo ese miedo constante a perderlo todo, lo que me da libertad. Libertad para tomar decisiones basadas en mi pasión y no en el miedo a no tener dinero suficiente”, dijo Michales a Farnoosh Torabi en un episodio de su podcast ‘Money’.
Jillian Michaels asegura que el exceso de dinero puede empezar a causar problemas y convertirse en una trampa para muchas personas. Es decir, que más dinero no se traduce en un aumento de felicidad, pero sí en tranquilidad, al saber que siempre habrá fondos suficientes en el banco para asumir riesgos y buscar nuevas oportunidades.
“Mi padre era un exitoso abogado, algo de lo que estoy muy agradecida, porque gracias a él no soy tacaña con el dinero. No tengo miedo porque así como llega, también se va”, dice.