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Los turistas que son asiduos seguidores de asistir a los museos en Estados Unidos y el mundo siempre acuden con la intención de ver y aprender acerca de algún tema, no obstante, en ocasiones pueden romper accidentalmente una pieza y por ello es necesario que sepan qué hacer en dicho caso.

En 2014, una escritora llamada Alison Kenney visitó una galería de arte en Nueva York, durante su recorrido decidió sentarse "en un banco" para admirar un cuadro, per resultó que el lugar que ocupó no era exactamente para descansar, sino que se trataba de una escultura valuada en 8 mil dólares.

La pieza estaba hecha de espuma de poliestireno recubierta, material que no aguanta el peso de una persona, razón por la que se rompió. Sin embargo, al darse cuenta de sus errores, la escritora miró a todos lados avergonzada y trató de simular que ella no fue la causante.

Sin embargo, el equipo de seguridad del museo percibió el accidente a través de las cámaras de seguridad. No obstante, para bien suyo, los museos y galerías de arte disponen de seguros privados que están precisamente para este tipo de situaciones.

Salvo casos muy especiales, la persona que tiene el accidente no vuelve a saber nada del tema.

Tras el accidente, un experto en restauración valora los daños y después redacta un informe pericial recomendando cuál es el mejor proceso de reparación o en el improbable caso de destrucción completa, indemnizar con el valor total de la obra.

En la mayoría de los casos se considera que los visitantes son personas invitadas por el museo, y por tanto es responsabilidad de este proteger sus obrar o colocar las indicaciones de seguridad adecuadamente.

Sin embargo, en los casos en que algún visitante rompe o estropea alguna obra de forma intencionada, los costos de reparación repercuten directamente en él. Según el caso y su gravedad, es posible que además se presente una denuncia y se solicite una indemnización adicional.

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