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Desde el estreno en 2013 de un documental que acusa a la compañía de descuido y maltrato de sus orcas, los defensores de los derechos de los animales han exigido que el parque SeaWorld libere a sus 11 orcas. Sin embargo, especialistas en biología marina apuntan a que no habría ningún final feliz tipo Liberen a Willy.
A decir de Los Angeles Times, algunos biólogos marinos, incluyendo los críticos del parque de atracciones de San Diego, están de acuerdo en que las ballenas probablemente nunca serán liberadas en mar abierto.
Incluso, según los expertos marinos, si las ballenas no pasan el resto de sus vidas en el parque temático, presentándose ante una gran muchedumbre, lo más cerca que podrían llegar de la libertad sería pasar su jubilación en una ensenada de mar separadas del mar abierto por redes. Ahí, serían alimentadas y cuidadas por seres humanos durante el resto de sus vidas.
“No son buenos candidatos para la liberación en la naturaleza, debido a que nacieron en cautiverio o porque han permanecido en cautiverio durante mucho tiempo”, dijo Naomi Rose, una científica de mamíferos marinos del Instituto de Bienestar Animal.
De acuerdo con Los Angeles Times, no existe ningún corral marino cerrado que pueda sostener a todas las 11 ballenas, ya sea en grupo o individualmente. Y el costo de construir tales corrales podría alcanzar los 5 millones de dólares por cada uno, con costos de personal de hasta 500,000 al año para cada corral, dijo Rose.
Aunque los grupos de derechos de los animales han impulsado la idea de trasladar a las ballenas de SeaWorld a corrales marinos, la discusión podría ser meramente académica ya que SeaWorld ha rechazado la idea de renunciar a sus ballenas, argumentando que están más seguras viviendo en los recintos de vidrio y concreto del parque.
“No estarían mejor en los corrales marinos que donde están ahora. Nunca nos sentiríamos cómodos de colocar a nuestras ballenas en ese entorno”, dijo Chris Dold, veterinario jefe para SeaWorld Entertainment.
Dold y otros partidarios de SeaWorld dicen que los corrales marinos pueden exponer a las ballenas a las toxinas, a los virus y a las severas condiciones climáticas del océano que las ballenas que han estado en cautiverio desde hace mucho tiempo no pueden soportar.
“Hay tantas razones por las que los corrales marinos no son un remedio”, dijo Kathleen Dezio, directora ejecutiva de la Alianza de Parques y Acuarios de Mamíferos Marinos, un grupo de acreditación internacional.
La petición para liberar a las ballenas se ha hecho más fuerte desde el estreno en 2013 del documental Blackfish, el cual acusó a los parques de SeaWorld de maltratar y descuidar a sus orcas. SeaWorld cuenta con 23 orcas en tres parques en todo el país. Una orca de 18 años de edad murió en SeaWorld San Antonio en diciembre después de una enfermedad de varios meses.
A decir del reporte de Los Angeles Times, SeaWorld San Diego el año pasado propuso un plan de 100 millones de dólares para duplicar el tamaño del recinto de sus ballenas, bajo un proyecto llamado Blue World. El proyecto ganó la aprobación de la Comisión Costera de California en octubre, pero el grupo agregó la condición de que SeaWorld le ponga fin a su programa de cría en cautiverio y detenga el traslado de sus ballenas dentro y fuera del parque.
Una petición en change.org ha recolectado más de 220,000 firmas, pidiendo que SeaWolrd Orlando libere a Tilikum, una ballena que aparece en Blackfish, a un corral marino. El ejemplo citado con mayor frecuencia de una orca cautiva liberada a un corral marino es el de Keiko, la ballena que aparece en Free Willy, la película de Warner Bros. de 1993.
Keiko fue capturado cerca de la costa de Islandia en 1979 y entrenado para aparecer en los espectáculos realizados en los parques temáticos. Después de varios años en un parque temático en la ciudad de México, la ballena fue transportada a un corral marino en Islandia en 1998. Los expertos discrepan sobre si la medida fue un éxito.
Sus cuidadores dicen que gastaron hasta 300,000 dólares al mes para cuidar y tratar de entrenar a la ballena para alimentarse en la naturaleza. Durante un corto trayecto de nado fuera del corral, acompañado por sus cuidadores en un barco, Keiko nadó lejos y terminó en una profunda ensenada en Noruega donde fue encontrado retozando con niños y pescadores a lo largo de la orilla. La ballena murió unos pocos meses después de pulmonía aguda.
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