Tras el parón forzado de 2020, el maratón de Nueva York celebra este domingo su 50ª edición y, con él, las innumerables posibilidades de correrlo por una buena causa caritativa, un sector que espera recuperarse tras la pandemia.
¿Qué les hace correr? A muchos, la pasión y el desafío personal de terminar una prueba de 42,195 km. Pero para una parte de los participantes, al entorno y el ambiente únicos del maratón de Nueva York, de sus puentes y de su final en Central Park, se suma la satisfacción de recaudar fondos para una buena causa.
"El esfuerzo se parece", dice Alain Bernard, un consultor francés de 49 años, que colabora con The Bowery Mission, un grupo de centros de acogida para los sin techo neoyorquinos. "Cuando recaudas fondos, es un dólar tras otro. (...) Un maratón es una zancada tras otra, y uno se concentra en la siguiente, para asegurarse de tener suficiente energía", explica a la AFP.
En el maratón de Nueva York, que empezó al final de los años 80, las buenas causas no faltan. Más allá de decenas de fundaciones destinadas a hacer avanzar la investigación científica contra el cáncer, el alzheimer o el autismo, un corredor puede recabar fondos para asociaciones del barrio o para la defensa del medio ambiente, veteranos del ejército, pequeños clubes de deporte, escuelas, iglesias, etc.
Desde la protección de los buitres a la lucha contra los errores judiciales, el domingo unos 6,000 participantes de 33,000, llevarán los colores de una de las 490 asociaciones invitadas. Unas cifras reducidas para que haya más "distancia" en esta primera edición pospandemia, explica Christine Burke, una de las vicepresidentas de la organización, el New York Road Runners (NYRR).
En 2019, 54,000 corredores participaron y de ellos 12,000 eran "charity runners", que lograron recaudar 45 millones de dólares.
Como las fronteras estadounidenses no abren hasta el lunes para muchos países, sobre todo los europeos, muchos aficionados internacionales se han quedado fuera.
"Esperamos recuperar la normalidad el próximo año", explica Michelle Williams, capitana del equipo "Run Baby Run", que solo tendrá este año tres corredores, frente a los diez de antes, y que trabaja para una asociación para menores víctimas de secuestro y violencia sexual.
Esta azafata de 52 años, que vive en Arizona, cuenta que se lanzó a esta aventura entre 2010 y 2011, en memoria de su hermano David, víctima de un secuestro y de abusos sexuales que nunca superó hasta su muerte a los 31 años, en 2004. Desde hace diez años, "Run Baby Run" ha recaudado unos 176,000 dólares.
Las pequeñas estructuras cohabitan con los pesos pesados. Uno de los grupos precursores, "Team in training", asegura que desde su fundación en 1988 ha recaudado 1,500 millones de dolares para la investigación contra la leucemia y los linfomas. El maratón de Nueva York tiene su propio equipo caritativo, el "Team for Kids", que promueve el ejercicio físico.
El beneficio no es solo financiero. "Es un acontecimiento ultra público, que nos aporta exposición", dice el presidente de The Bowery Mission, James Winans. "Los corredores recurren a sus amigos, sus familias, su redes sociales" para recaudar fondos. "Eso conecta a todo el mundo con lo que hacemos", agrega.
Para algunos corredores es también una forma de soslayar las dificultades o incluso la imposibilidad de inscribirse en un maratón prestigioso como Nueva York, Londres o Boston.
En Nueva York, por ejemplo, un corredor que va por libre, se inscribe en una lotería -y pagará para su inscripción entre 255 y 295 dólares si es elegido. En cambio, si le recluta una asociación, tendrá un dorsal garantizado, aunque tendrá que conseguir al menos 3,000 dólares.
"No es una cantidad pequeña", dice Christine Burke. "La mayoría de gente ya está asociada a la causa que defiende, por lo que 'no buscan un cupo'", asegura la vicepresidenta de NYRR.