La ciudad de San Luis Obispo, en California, tiene una singular atracción, que no todos soportan. Se trata de un callejón completamente cubierto de chicle masticado.
Bubblegum Alley mide 21 metros de largo y 4 de alto. Se ubica justo a unos pasos del centro de la ciudad. Antes de ingresar, se puede encontrar una máquina expendedora de chicles, para estar a tono con el escenario.
Esta atracción es sólo para personas con estómago fuerte y a cambio, podrán dejar su propio chicle plasmado para la posteridad.
La historia del callejón se remonta a los años 50, cuando los jóvenes se reunían en esta calle cerrada y cubrieron las paredes con goma de mascar, de acuerdo con Mental Floss. Cuando en los años 70 se trató de limpiar cada pared, los peatones fueron los más afectados, pues las piezas salían volando.
Los adolescentes de las siguientes generaciones han seguido con la tradición de pegar su chicle en la calle con aroma a menta, aunque los padres no están tan contentos con la idea.
Algunos turistas no sólo se toman una fotografía junto a las miles de gomas mascadas, sino que dejan creativos mensajes de chicle.
Bubblegum Alley es tan famoso en San Luis Obispo que los tours por la ciudad lo consideran como una parada obligada. En TripAdvisor, el sitio tiene una calificación de 3.5, en una escala del 0 al 5 y los turistas comentan que es un placer culposo, sin duda.
La entrada no tiene ningún costo, pero se recomienda entrar con tu propia goma de mascar para seguir la tradición.