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Cuando regresó de Tokio, Simone Biles pensó que nunca volvería a competir. Pero tres años después de que un bloqueo mental la dejara perdida en el aire, se va de París con tres oros y una plata tras una brillante vuelta a la élite, esta vez esta vez porque ella quería.
"Este regreso es verdaderamente por mí", explicó la gimnasta estadounidense, de 27 años, durante un documental estrenado recientemente en la plataforma Netflix.
"No quería seguir sintiendo miedo a este deporte, porque han pasado muchas cosas. Muchas de ellas me han aterrorizado y no podía dejar que me quitaran una última cosa más", agregó.
La gimnasta más condecorada de la historia quería decidir su propio final, y el plan parece haber surtido efecto.
Durante su estancia en París, Biles consiguió recuperar el oro por equipos, la corona general individual y la de salto -todas suyas en Rio-2016, de donde se fue con cuatro oros-, y este lunes sumó la plata en suelo.
"He conseguido mucho más que en mis sueños más locos, no solo en estos Juegos, sino en el deporte", reconoció después Biles sobre un botín olímpico que suma siete oros y once medallas en total.
Liberada de los temidos "twisties", un fenómeno que provoca que los gimnastas pierdan el sentido de la orientación en el aire, la estadounidense logró enterrar al fantasma de Tokio, cuando un bloqueo mental le obligó a retirarse de la mayoría de pruebas, yéndose de Japón con una plata, un bronce y su carrera en el aire.
"Lo han llamado la gira de la redención y es lo que es", explicó su entrenadora, Cécile Landi, tras el oro por equipos la semana pasada.
Las heridas de Tokio siguen, sin embargo, supurando y Biles ha confesado su temor cada vez que se dispone a arrancar la carrera de 25 metros hacia el potro.
Pero tras iniciar una terapia, y dedicar dos años a recuperarse, la ganadora de 23 títulos mundiales recobró la ilusión.
"He recuperado el amor por el deporte, su aspecto lúdico, la alegría que me da", explicó en una entrevista con el diario francés L'Équipe.
Antes de varias finales, Biles tuvo cita con su psicóloga, convertida en un elemento clave de su preparación después de que su mente se quebrara en Japón, tras años cargando con expectativas desorbitadas.
"Somos humanos, no simples atracciones", había recordado ante la sorpresa que causó su retirada de varias pruebas en Tokio.
Prodigio de la gimnasia desde la infancia y figura mundial desde su baño de oro en Río-2016, Biles es un icono global al que siguen 9,5 millones de personas en Instagram y cuyas competiciones en París atrajeron a estrellas como Tom Cruise, Lady Gaga, Bill Gates o Serena Williams a las gradas.
Ella, sin embargo, nació muy lejos de ese firmamento. Con una madre que padecía problemas de alcohol y drogas, pasó una temporada junto a sus tres hermanos en un centro de acogida, hasta que sus abuelos pudieron adoptarla junto a su hermana Adria.
Tras descubrir la gimnasia a los seis años durante una excursión escolar, la evolución de esta niña menuda y de agilidad pasmosa no tardó en llamar la atención.
Su puesta de largo en la gimnasia internacional llegaría en 2013 en Amberes, cuando siendo una joven de 16 años se colgó dos oros. En la siguiente década sumaría otros 21 títulos mundiales más.
Por el camino tuvo que enfrentarse a otro trauma, al ser una de las decenas de gimnastas que sufrieron abusos sexuales por parte del médico del equipo nacional Larry Nassar, condenado a décadas de cárcel por estos delitos.
"Entre Tokio y mi testimonio ante el Congreso de Estados Unidos [en septiembre de 2021] en el caso Nassar, pensé seriamente en la retirada. Estaba devastada", afirmó en L'Équipe.
Por fortuna para la gimnasia no lo hizo. No era la primera vez que la vida le daba un golpe, y una vez más había decidido levantarse.
Así se lo recuerda el tatuaje que lleva en la clavícula con el título del poema de Maya Angelou "Still I rise" ("y aún así me levanto"). La reina está de nuevo en pie.