Una de las tradiciones navideñas más antiguas, que todavía es común ver, es el intercambio de felicitaciones a través de tarjetas de Navidad, ya sean físicas o virtuales, pero… ¿por qué damos tarjetas de Navidad?
Por cientos de años, las personas han estado enviando e intercambiando tarjetas festivas en todo el mundo, pero cuenta la historia que esta práctica se remonta a 1534, cuando el primer uso registrado de ‘Feliz Navidad’ fue a través de una carta.
En 1611, el rey Jaime I de Inglaterra recibió un elemento que se asemejó a una tarjeta de Navidad como las que conocemos actualmente, la cual tenía un manuscrito ornamental, medía entre 80 y 60 centímetros, e iba doblada en paneles.
En el centro del exterior llevaba una rosa y un mensaje de Navidad y Año Nuevo para el rey y su familia, mientras que en el interior tenía cuatro poemas y una canción.
Aunque estos fueron los inicios de este elemento clásico, no fue hasta 1843 cuando la costumbre de enviar y recibir una durante la temporada festiva se inició por influencia de Sir Henry Cole, un alto funcionario del gobierno de Reino Unido y educador que ayudó a establecer la nueva ‘Nueva Oficina de Registo Público’, ahora Oficina de Correos.
Durante toda su vida, Cole tuvo demasiados amigos a los cuales no podía contactar al mismo tiempo para desearles una feliz Navidad, por lo que se le ocurrió usar el sistema de correos para enviar sus cartas.
“En la Inglaterra victoriana, se consideraba de mala educación no contestar el correo. Tenía que encontrar una manera de responder a todas esas personas”, dice Ace Collins, autor de Historias detrás de las grandes tradiciones navideñas.
De esta forma, influenció a los residentes a enviar postales navideñas a todo el país por un bajo costo y con un concepto festivo y un sello de un centavo en la correspondencia, también conocido como ‘Penny Post’.
Sir Cole contacto a su amigo y artista JC Horsey para diseñar las primeras tarjetas. Los primeros diseños fueron trípticos que mostraban a una familia en la mesa celebrando la Navidad flanqueada por imágenes de personas que ayudan a los más necesitados.
El primer tiraje de tarjetas fue de mil copias sobre trozos de cartón rígido de 15 y 7 centímetros de tamaño. En la parte superior de la tarjeta estaba el saludo y el remitente.
Cole y Horsey pudieron ser los impulsores de esta tradición, pero ganaron verdadera fama décadas después en Reino Unido y Estados Unidos.
Cuando se hicieron tradición, las tarjetas abarcaron felicitaciones por ‘las fiestas’ en general, incluyendo Navidad, Año Nuevo, Janucá, Kwanzaa y el solsticio de invierno.
La primera tarjeta estadounidense se le atribuye a Louis Prang, un inmigrante prusiano con una imprenta en Boston que renovó la imagen de las postales a un concepto más sencillo allá por 1875.
Las versiones de Prang hicieron a un lado la de Cole y Horsey, presentando una pintura de una flor con un ‘Feliz Navidad’.
“Fueron reproducciones vívidas y hermosas. Había pocos belenes o representaciones de celebraciones navideñas. Por lo general, miraba animales, naturaleza, escenas que podrían haber tenido lugar en octubre o febrero”, sugiere Collins.
La industria moderna de las tarjetas comenzó en 1915, cuando la empresa de impresiones con sede en Kansas City, Joyce Hall ahora Hallmark, publicó su primera postal con un formato más pequeño, dobladas en dos paneles o de libro e insertadas en un sobre.
Para las décadas de 1930 y 1950 fueron todo un hito y cada vez más empresas lanzaron sus impresiones con ilustraciones, mensajes, poemas y canciones de todo tipo.
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