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El caso más reciente se registró en la región de Virginia Beach, donde un anfitrión de Airbnb colocó una cámara en la ducha para grabar a un grupo de mujeres mientras se bañaban.
Instalar estos dispositivos es totalmente ilegal en establecimientos de alojamiento, si el huésped no otorga su consentimiento ni está enterado de su existencia en lugares privados como la habitación o el baño. No obstante, las cámaras pueden estar en áreas comunes como pasillos y la recepción.
Los especialistas recomiendan revisar con detenimiento cada parte de la habitación que ocupará la persona, para detectar posibles anomalías.
Si en las paredes o en los muebles encuentran pequeños agujeros, será mejor revisar si en el fondo no tiene un lente oculto.
Los lugares más comunes para esconder cámaras son los detectores de humo, lámparas, relojes y enchufes, aunque siempre es bueno comprobar su ausencia en algunos sitios menos usuales.
Algunos dispositivos tienen un detector de movimiento que puede emitir un sutil sonido al encenderse. Si el ambiente es lo suficientemente silencioso, los huéspedes deben estar atentos de cualquier ruido sospechoso.
En casos en que la cámara no es tan avanzada o especializada, es posible identificarla por emitir alguna luz o por tener cables que parecen no estar conectados a ningùn dispositivo.
En tiendas por internet también se venden detectores especiales de cámaras ocultas, a precios no tan altos. Si el huésped no puede invertir en un producto así, pueden usar la lámpara del celular para detectar destellos de los lentes.