El smartphone o teléfono inteligente llegó para facilitar la vida. Incluye calculadora, calendario, grabadora y otras aplicaciones que hacen el trabajo de pensar y memorizar por nosotros. Además, lo cargamos a todas partes y cuando no lo tenemos cerca sentimos venir una crisis nerviosa.
Un estudio señala que la presencia del teléfono inteligente, incluso si no está sonando o no es usado, perjudica el rendimiento en ciertas tareas cognitivas.
En la Revista de la Asociación para la Investigación del Consumidor se señala que se pidió a 520 estudiantes universitarios que que realizaran tareas que necesitan de atención y enfoque. El reto fue resolver problemas.
“A algunos se les pidió que dejaran sus teléfonos inteligentes en otra habitación. A otros se les permitía mantenerlos en el bolsillo. A un tercer grupo se les pidió que pusieran sus teléfonos en el escritorio junto a ellos.
Sorprendentemente, el rendimiento en las tareas de atención y resolución de problemas varió dependiendo de la ubicación del teléfono inteligente.
Las puntuaciones más altas las obtuvieron quienes dejaron su teléfono en otra habitación. Las más bajas quienes lo colocaron en el escritorio de enfrente. “El efecto del teléfono inteligente no se alteró al tener el teléfono apagado o colocado boca abajo”.
Robert H. Shmerling, de la Escuela de Medicina de Harvard, señala que es posible que “el poder, la conveniencia y la conectividad proporcionados por los teléfonos inteligentes tengan un ‘costo cognitivo’”.
La distracción también es evidente cuando hay una reunión de personas y pasan más tiempo viendo el celular que conversando entre ellos. “Es posible que todos seamos más inteligentes tomando un descanso de nuestros teléfonos inteligentes. Este nuevo estudio sugiere que vale la pena intentarlo”, dice Shmerling.
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