La mayoría de los ejercicios, en especial los cardiovasculares, requieren una gran cantidad de energía y resistencia por lo que es normal experimentar una serie de sensaciones como debilitamiento, cansancio e incluso mareos al finalizarlos.
De acuerdo con los expertos de Cleveland Clinic, los mareos e incluso los desmayos posteriores al ejercicio ocurren por un cambio simple en la posición del cuerpo que empuja el flujo sanguíneo hacía abajo, es decir, el cambio hace que la presión arterial baje.
“Se llama hipotensión ortostática o hipotensión postural y es esencialmente una forma de presión arterial baja”, señala el fisiólogo del ejercicio, Michael Crawford.
Levantarse repentinamente de la cama o de una silla, la deshidratación o ciertas enfermedades llevan al cuerpo a experimentar la misma sensación de mareo que da el hacer ejercicio, dice Cleveland Clinic.
Durante las rutinas de ejercicio es muy común que se cambien las zonas en donde fluye la sangre y que ésta se concentre en piernas y abdomen lo que provoca, a su vez, una menor circulación de sangre que regresa al corazón. A esto se le conoce como disminución de la presión arterial.
Las células barorreceptores, ubicadas cerca del corazón, detectan la presión baja y envía señales al cerebro para que le ordene al corazón bombear más sangre con mayor velocidad.
Hasta que la presión se normalice, la sensación de mareo continuará. En promedio, la presión baja y los mareros se alivian dentro de los 30 a los 60 minutos después del ejercicio.
Los mareos por deshidratación se dan cuando el cuerpo suda demasiado y pierde el agua necesaria para mantenerse hidratado, en especial dentro de ambientes cálidos.
Además de los mareos, se seca la boca, da sed en exceso y aparece la fatiga.
El cuerpo usa glucosa para impulsar y mantener los entrenamientos. La glucosa se extrae del torrente sanguíneo y después de las reservas.
Cuando el nivel de azúcar en la sangre baja lo suficiente, el cerebro se ve afectado, hasta el punto de sentirse mareado o cansado y hasta llega a producir temblores, sudoración, dolores de cabeza y confusión.
Bebe abundante agua durante los descansos, en especial si el ambiente es cálido o húmedo.
Toma un descanso. Siéntate en un lugar cómodo y lleva tu cabeza a las rodillas o lo más cerca a ellas para ayudar a que suba la presión.
Antes del entrenamiento toma un refrigerio ligero para mantener el nivel de azúcar alto.
No te esfuerces demasiado, busca ejercicios más sencillos, pero igual de efectivos, toma descansos, reduce los ritmos y bebe más agua entre descansos para mantener la hidratación.
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