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Se dice que los seres humanos tienen más pistas sobre cómo funciona el espacio que acerca de los bostezos, ese movimiento involuntario que consiste en abrir la boca lentamente para respirar.
Una de las teorías con más fuerza señala que bostezamos para regular la temperatura de nuestra cabeza. La termorregulación ocurre porque “al igual que los ordenadores, el cerebro humano es muy sensible a las altas temperaturas y debe permanecer fresco para operar eficientemente”, dice Andrew Gallup de la Universidad de Princeton.
Pero, ¿por qué son tan contagiosos? Seguramente has bostezado cuando alguien más lo hace, aunque no estés cansado o hambriento. Un nuevo estudio de la Universidad de Nottingham sugiere que la propensión al bostezo contagioso se activa automáticamente mediante reflejos primitivos, en la corteza motora primaria del cerebro.
El artículo, publicado en la revista Current Biology, demuestra que nuestra capacidad para resistir el bostezo cuando alguien más lo hace es limitada. “No importa lo mucho que tratemos de ahogarlo, no va alterar nuestra propensión”, explican los autores.
Stephen Jackson, profesor de Neurociencia Cognitiva, dice que el bostezo es una forma común de ecofenomeno (imitación automática de palabras o acciones) y no solo los seres humanos los practicamos, también otros animales.
Luego de estudiar la conducta neuronal de 36 adultos, los investigadores llegaron a la conclusión de que los bostezos contagiosos están determinados por la excitabilidad cortical e inhibición fisiológica del córtex motor primario.
Una teoría del investigador Matthew Campbell afirma que el bostezo contagioso versa sobre la comunicación y sincronización: “Una posibilidad es que las especies sociales que coordinan sus niveles de actividad copien los bostezos para ayudar a sincronizar el grupo”.
"Cuando es hora de comer, todo el mundo come (comer es contagioso), cuando es hora de moverse, todo el mundo se mueve (las posturas corporales son contagiosas). De esta forma, la copia del bostezo también pone al grupo en sincronía”, señala para El País.
En nuestra galería, los datos que quizá no sabías sobre el bostezo.