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Theirrien Clark trabajaba como gerente de operaciones en un bufete de abogados en Washington, D.C., antes de contagiarse de Covid-19, la enfermedad que casi acaba con su vida.
Era un hombre relativamente sano, pero cinco años atrás tuvo un brote de neumonía. Su vida cambió en marzo de 2020 cuando desarrolló fiebre y tos: el diagnóstico del Hospital General del Condado de Howard arrojó infección de SARS-CoV-2, el coronavirus que causa el Covid-19.
En una narración para el blog de Johns Hopkins Medicine, cuenta cómo sus síntomas empeoraron hasta que le generaron daño pulmonar y los médicos decidieron intubarlo.
La Biblioteca de Medicina de Estados Unidos explica que la intubación endotraqueal es un procedimiento médico en el cual se coloca una sonda en la tráquea a través de la boca o la nariz. La sonda se conecta a un ventilador mecánico para ayudar al paciente a respirar.
Theirrien recuerda el momento:
“Estaba tomando medicamentos, así que estaba mareado, pero recuerdo que el médico me dijo que me estaban fallando los pulmones. Sentí que se me erizaba el pelo. Estaba sucediendo tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de asustarme. Pero el pensamiento rápido del médico me salvó”.
Su esposa, Marcy, estaba en el estacionamiento. Recibió una llamada donde le informaron que le colocarían un tubo de respiración a su pareja.
Theirrien fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos médicos (MICU) en el Hospital Johns Hopkins en Baltimore y Marcy no volvió a verlo en más de un mes.
Los días más difíciles y el despertar
Clark pasó 46 días en el hospital, más de 30 de ellos en la unidad de cuidados intensivos. En uno de los días más complicados, el sistema inmunológico de Theirrien se aceleró.
Sufrió un fenómeno llamado "tormenta de citocinas", en el que las defensas de su cuerpo comenzaron a atacar los tejidos sanos. Su fiebre subió hasta los 42 grados y su nivel de oxígeno se redujo drásticamente.
“Su corazón desarrolló un ritmo anormal. Pero las intervenciones rápidas de los médicos abordaron cada una de estas crisis”, anota el blog del hospital Hopkins
El 12 de abril de 2020 fue el día en que le retiraron el tubo respiratorio. La atención que recibió cuando despertó fue clave para su recuperación.
“Me desperté con una enfermera que me tomaba la mano. Acababan de sacar el tubo de respiración. Mis ojos se abrieron y vi a todas estas personas preguntándome mi nombre y diciendo que me iban a cuidar. Intentaba levantarme, pero me sentía casi paralizado. No tenía tono muscular y no podía moverme. Eso me asustó y entré en pánico. Me explicaron que mis músculos se habían deteriorado y que necesitaría terapia para recuperarlos”, dice el paciente.
Los médicos evaluaron su condición y comenzaron a darle fisioterapia para que restaurara sus habilidades motrices y de lenguaje.
“Comenzó la fisioterapia y la terapia ocupacional antes de estar completamente consciente. Es probable que la fisioterapia temprana, la terapia ocupacional y la patología del habla y el lenguaje sean lo que le permitió llegar a una rehabilitación intensiva”, dice la doctora Megan Hosey.
“El Hospital Johns Hopkins es uno de los pocos hospitales del país con un programa avanzado de rehabilitación temprana. Comenzamos tan pronto como el paciente tenga estabilidad cardiopulmonar”, agrega.
Reponerse a una intubación
Theirrien fue trasladado a una unidad de rehabilitación especial para pacientes que fueron hospitalizados por Covid-19.
Estaba debilitado y tenía irritados los músculos de la garganta, por lo que su rehabilitación incluyó un enfoque multidisciplinario de especialistas: médicos, patólogos del habla y el lenguaje, terapeutas ocupacionales, psicólogos de rehabilitación y fisioterapeutas.
Con la ayuda de los profesionales, volvió a caminar, comer alimentos y tomar bebidas sin atragantarse, aunque las primeras semanas tuvo que beber sólo suplementos alimenticios.
“Mi recuperación emocional fue importante. Mi psicóloga me hizo llorar cuando comencé a lidiar con todos los sentimientos. También había desarrollado una úlcera por decúbito y me quedaba sin aliento, pero me ayudaron y el 6 de mayo volví a casa”, cuenta Clark.
A tres meses de salir del hospital, aún se siente exhausto. Hay días en que lo más que puede hacer es comer y sentarse en el sofá, pero poco a poco retoma el ánimo al reflexionar que no todos superan una intubación.