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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades mentales pueden desarrollarse como consecuencia de las circunstancias sociales, económicas y ambientales que viven las personas.
“Migración y Salud. Reflexiones y retos sobre la salud de la población migrante” es un estudio del Consejo Nacional de Población y la Universidad de California que explica por qué los trabajadores mexicanos en Estados Unidos padecen ansiedad.
Señalan que las desiguales condiciones de trabajo han favorecido la prevalencia de enfermedades asociadas al estrés y angustia laboral, particularmente en las poblaciones más vulnerables.
Los mexicanos trabajan jornadas más arduas y tienen, en promedio, menor antigüedad. Además, sus ingresos anuales “se ubican en mayor porcentaje (38%) en el rango más bajo.
Según cifras del informe, al 64.4% de los migrantes mexicanos no les pagan las ausencias laborales por enfermedad y el 52.9% reporta no contar con seguro médico a través del empleo. Esto lleva al 46.5% de los migrantes a padecer depresión o ansiedad.
Investigadores de la Universidad de California Berkeley apuntan que sus resultados confirman la relación entre salud mental y pobreza. “Los trabajadores que se encuentran por debajo de la línea de pobreza tienen 1.2 veces más posibilidad de tener estas enfermedades que sus contrapartes”.
Un salario más alto (de 20 mil a 54 mil dólares anuales) reduce en 18% el riesgo de depresión o ansiedad. Los trabajadores del campo tienen a padecer más cansancio, pero quienes ocupan puestos ejecutivos o especializados son más ansiosos.
La estabilidad laboral tiene un impacto benéfico en la salud de los trabajadores. “Contar con dos o tres años de antigüedad en el empleo principal reduce en 19.5% la posibilidad de desarrollar una enfermedad de este tipo”, explican.
El Consejo Nacional de Población subraya que los migrantes son uno de los grupos más vulnerables de la sociedad pues, a pesar de empodera a muchos, representa discriminación y violación a los derechos laborales para otros.
“La migración no está socavando a las sociedades estadounidense o mexicana. Al contrario, ambas naciones se benefician de forma muy clara. Es imperativo reducir las brechas vinculadas al acceso a la salud, aunque solo a través de más conocimiento y de más estudios concretos se podrán cambiar las políticas a favor de los más vulnerables”, concluyen.