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¿Te invaden imágenes de la persona que te gusta y no puedes pensar en otra cosa que no sea estar a su lado? Probablemente estás enamorado.
De acuerdo con la antropóloga y bióloga Helen Fisher, el amor romántico puede dividirse en tres categorías por el tipo de reacciones y hormonas que involucran. Estos tres tipos son: lujuria, atracción y apego.
LUJURIA
La lujuria está caracterizada por el deseo sexual. Según Harvard, responde a la necesidad biológica de reproducción y perpetuación de la especie.
El hipotálamo es protagonista en esta categoría, pues estimula la producción de las hormonas sexuales (testosterona y estrógeno) para aumentar la libido.
ATRACCIÓN
La atracción es un fenómeno distinto que puede estar o no relacionado con la lujuria. Las primeras semanas y meses de esta fase se conocen como enamoramiento.
Según la investigación de Richard Schwartz, profesor de psiquiatría de la Escuela de Medicina de Harvard, durante el enamoramiento aumentan los niveles de cortisol, una hormona del estrés suprime la función inmune. Quizá por eso te sientes alterado e intranquilo.
El amor también enciende el neurotransmisor dopamina; así se estimulan los centros de placer en el cerebro. La dopamina combinada con la norepinefrina puede hacerte sentir lleno de energía y euforia, por eso sientes que lo puedes “todo” cuando estás con la persona que te gusta.
“Si a eso le sumamos una disminución en los niveles de serotonina (lo que añade una pizca de obsesión), tendrá el amor loco, placentero, estupefacto y urgente del enamoramiento”, apunta Richard Schwartz.
La serotonina es el mismo neurotransmisor involucrado con el apetito y el estado de ánimo. Lamentablemente para los enamorados, los niveles de serotonina disminuyen gradualmente.
APEGO
La oxitocina es la hormona que te ayuda a consolidar una relación. De acuerdo con la Escuela de Medicina de Harvard, eleva la función inmunológica. “Se libera en grandes cantidades durante el sexo, la lactancia, el parto y al estar en familia”.
“Se ha comprobado que las personas casadas tienen menos accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos. Están menos deprimidas y tienen mayores tasas de supervivencia de una cirugía mayor o cáncer”, apuntan.
El profesor Richard Schwartz también ha estudiado las razones de la indiferencia. Mira cuáles son en nuestra galería.