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En Inglaterra, una mujer de 67 años de edad acudió a un hospital para realizarse una cirugía de cataratas. Los médicos se sorprendieron al encontrar 27 lentes de contacto en su ojo derecho. La mujer los había usado mensualmente durante ¡35 años!
La paciente había sentido molestias, pero los atribuyó a su edad. El caso ha desatado una vez más el debate sobre el (correcto) uso de los lentes de contacto.
Miles de personas en el mundo los usan para evitar los incómodos anteojos; también porque este tipo de lentes son más estéticos para la imagen personal. Sin embargo, diversos estudios han comprobado riesgos de salud, tras su mal uso.
Heidi Goodman, editora de publicaciones del departamento de Medicina de la Universidad de Harvard recomienda que las personas con “síndrome de ojo seco” los eviten, pues “los lentes de contacto residen dentro de la película lagrimal”.
A medida que envejecemos, la producción de lágrimas se reduce. Por lo que los riesgos de molestia son más probables en personas de la tercera edad. Tampoco se recomiendan para quien pasa mucho tiempo frente a la pantalla de la computadora o el celular, pues se parpadea menos al mirar fijamente.
Los expertos también han reportado casos en los que pacientes han contraído infecciones al nadar o bañarse con los lentes de contacto puestos. Las amebas se insertan en la córnea del ojo, provocando infecciones que llevan hasta la pérdida de la vista.
Sin embargo, los oftalmólogos señalan que los lentes por sí mismos no representan ningún riesgo, siempre y cuando se coloquen con higiene y se usen durante el tiempo recomendado.