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Los granos enteros y la fibra tienen un alto contenido de nutrientes benéficos para la salud, por lo que al integrarlos en nuestra alimentación, ayudan a reducir los niveles de colesterol en la sangre, el riesgo de padecer enfermedades del corazón y controlar el peso, ya que proporcionan una sensación de saciedad ingiriendo menos calorías.

Los dos tipos principales de granos con los que se elaboran alimentos son: granos enteros y granos refinados.

El consumo de  cereales nos permite  brindar a nuestro cuerpo vitamina B, ácido fólico, hierro, magnesio y selenio, que nos brindan la energía necesaria para realizar nuestras actividades diarias.

Al mezclarlos con ingredientes como frutos secos, nueces, avellanas, y semillas, aumentamos la ingesta de proteínas, debido a la riqueza de nutrientes que cada uno posee.

Las nueces proporcionan ácidos grasos omega-3, antioxidantes y fitoesterol que ayudan el evitar padecer cáncer de mama.

Las avellanas, además de tener un rico sabor, aportan vitaminas liposolubles A y E, cuidan la piel, previenen la osteoporosis y son recomendadas para mujeres embarazadas.

Los frutos secos en general, benefician el correcto funcionamiento del aparato digestivo, y contienen una gran capacidad energetizante que mantiene activo durante horas a quien los consume.

Una manera práctica de identificar los alimentos elaborados con granos enteros y frutos secos, es revisando la lista de ingredientes en la etiqueta de información nutricional de los productos.

Las ricas mezclas de ingredientes enteros, se pueden encontrar en cereales como Muesli de Alpen, que resultan ideales para comenzar el día con un desayuno balanceado.

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