Viajar es una actividad relajante y divertida, pero también trae beneficios a la salud… En especial para los adultos mayores. Así lo informa una investigación de la Universidad del Sur de California.
Investigadores proporcionaron viajes gratuitos e ilimitados a 150 pacientes mayores con enfermedades crónicas. Un tercio de los viajes respondieron a citas médicas pero dos tercios fueron recreativos y de ocio.
El 92% de los pacientes informó que mejoró su calidad de vida y se redujo su aislamiento social. “Viajar es más que ir del punto A al punto B; abarca múltiples facetas de la vida humana”, dice Leslie Saxon, MD, directora ejecutiva del Centro de Computación Corporal de la USC e investigadora principal del estudio.
“Esta investigación subraya cómo los viajes compartidos pueden proporcionar un beneficio significativo para el bienestar de los adultos mayores, permitiéndoles convertirse en participantes activos en su propia atención y en otras áreas de sus vidas”, agrega.
La mayoría de los adultos mayores informaron que su principal impedimento para viajar más es la falta de recursos económicos. Es recomendable que la familia haga un esfuerzo para financiar los viajes recreativos de los padres y abuelos.
“Cuando los adultos mayores no pueden acudir a citas médicas o actividades sociales, el efecto negativo sobre el bienestar, ya sea por afecciones médicas no tratadas o falta de interacción social, es enorme”, apuntan.
Al viajar se construye confianza a partir de las experiencias y recuerdos. También se rompe la rutina y se sale de la zona de confort al conocer otros lugares y culturas.
La Universidad de Surrey también destaca la importancia de viajar a los lugares que amamos para el bienestar físico y emocional.
Sus hallazgos científicos demostraron que sí existe un vínculo entre lugares y personas. “Nuestro cerebro responde de manera específica a los lugares. Se genera una respuesta en áreas cerebrales que procesan emociones, lo que no se ve con objetos como un anillo de bodas o una fotografía”, señalan.
Esto sugiere que el lugar donde se casó una persona tiene una mayor importancia emocional que el anillo que recibieron en el día.
Nino Strachey, jefe de Investigación y Asesoramiento, señala que los lugares dan forma a lo que somos.