Los dolores de cabeza son malestares comunes que todos solemos experimentar a lo largo de nuestra vida de manera leve o intensa; por tiempo prolongado o en lapsos cortos de tiempo.
La mayoría de las veces, cuando los dolores son leves, no representan mayor peligro para nuestra salud y sólo con un analgésico, con alimento o tomándonos un descanso desaparecen, pero hay ocasiones que los dolores más fuertes o frecuentes son señales de que algo anda mal con nuestro cuerpo.
De acuerdo con Harvard, los especialistas no tienen claro las causas de todos los tipos de dolor, los cuales se contabilizan más de 300 tipos; algunos se saben que son de gripe, dolor crónico, migraña, por artritis, aneurismas, vértigo, tensión, estrés o sólo por alergia.
Harvard apunta que el tejido cerebral y el cráneo no son los responsables de los dolores, ya que no tienen nervios que registren el dolor.
En cambio, los vasos sanguíneos y los nervios importantes de la cabeza, cerebro y cuello son los que registran el dolor común.
Se sabe que el cuero cabelludo, los senos nasales, los dientes, músculos y articulaciones del cuello también son algunas de las causas de dolor de cabeza.
Cerca del 10 por ciento de estos 300 tipos de dolores tienen una causa conocida, el resto de dolores se le conocen como dolores de cabeza primarios.
Las molestias normalmente desaparecen con medicamentos de libre venta, mientras que los más intensos suelen necesitar medicamentos controlados. Cuando el dolor ya rebasa la intensidad normal o se presenta con frecuencia, es necesaria una atención médica inmediata.
Los especialistas de Harvard enlistan la siguiente serie de señales clave para considerar ir o no al médico:
Cuando el dolor ya supera la intensidad o frecuencia, se sugiere acudir con el médico neurólogo para que recomiende varias pruebas y exploraciones que ayuden a diagnosticar las causas.
Algunos medios para encontrar las razones de los malestares son las tomografías computarizadas, las resonancias magnéticas, electroencefalogramas, además de exámenes de la vista, de oído, pruebas de sangre, prueba de líquido cefalorraquídeo. prueba de ondas cerebrales (EEG), revisión del historial médico y exámenes físicos.
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