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El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es una de las principales afecciones mentales que afecta a 6.8 millones de estadounidenses, cerca del 3.1 por ciento de su población, según estimaciones de la Asociación Americana de Ansiedad y Depresión (ADAA por sus siglas en inglés).
De forma independiente a la ansiedad y preocupación que las personas suelen experimentar en situaciones críticas, como la que estamos viviendo con la pandemia por coronavirus, los pacientes de TAG trasladan estas sensaciones a un punto más elevado hasta ver su vida diaria bloqueada.
Las personas con ansiedad generalizada tienen dificultades para controlar cuánto y sobre qué se preocupan a diario, ya sea sobre las finanzas, la salud, interacciones sociales, entre otras cosas.
¿Cómo identificar los síntomas de ansiedad generalizada?
De acuerdo con la ADAA, la preocupación excesiva por la vida debe estar presente en una persona al menos durante seis meses para ser diagnosticada con TAG.
Los síntomas psicológicos y físicos principales son:
- Incapacidad para controlar la ansiedad y preocupaciones diarias.
- Miedo o sensación de nerviosismo.
- Preocupación y obsesión persistente fuera de proporción.
- Irritabilidad.
- Fatiga excesiva.
- Dificultad de concentración.
- Tensión muscular.
- Irritabilidad.
- Dificultades para conciliar el sueño, insomnio o sueño inquieto y no satisfactorio.
¿Qué causa el trastorno de ansiedad generalizada?
Según los especialistas en TAG, existe una serie de posibles causas genéticas, sociales, biológicas y ambientales que influyen en el desarrollo de la ansiedad generalizada. Estas son:
- La genética.
- Trastornos emocionales, como depresión, estrés postraumático y pánico.
- Estrés.
- Condiciones físicas: diabetes y otras comorbilidades como la depresión.
- Factores ambientales, como abuso infantil y violencia.
- Abuso de sustancias.
Tratamiento
Más allá de las terapias cognitivas sugeridas para el TAG y medicamentos controlados, los especialistas sugieren otras vías para sobrellevar la afección mental.
Estas incluyen técnicas de relajación muscular como la meditación, una dieta saludable, baja en carbohidratos simples, contenidos en pan blanco, comida frita, grasas, alimentos procesados, alcohol y cafeína; rutinas de ejercicio que incluyan 150 minutos de caminata distribuidas en cinco o más sesiones por semana.