Vivir con un perro como mascota, o perrijo, causa muchas dudas y curiosidad sobre cómo funciona su cuerpo, específicamente su cabeza y su cerebro.
Los perros tienen función cerebral parecida a la de los humanos, con habilidades cognitivas que los hacen brillantes y con una memoria tan buena como la de sus dueños, con la que recuerdan a los miembros de su familia, la hora de la comida, nombres, sonidos, y situaciones tan comunes como ladrar, caminar, comer, y jugar.
Un perro con entrenamiento tiene más trabajada la memoria ya que tuvieron que pasar por un entrenamiento contínuo de repetición para aprender a obedecer órdenes y señales con las manos e incluso con la voz en diferentes tonos.
Los perros tienen la capacidad de reconocer eventos personales, aventuras, paseos, juegos, experiencias y ciertos momentos de su vida diaria a través de la memoria asociativa.
Por ejemplo, recordarán caminatas con sus dueños a través de objetos como los zapatos que usan sus humanos para salir a caminar, o la correa que les colocan en su collar para salir a pasear, así como la pelota con la que suele jugar.
Este tipo de memoria puede ser modificada con el paso del tiempo y a través de entrenamientos.
Pasa lo mismo en momentos sociables con personas ajenas a su familia; los perros pueden asociar premios para un buen comportamiento cuando conocen a alguien nuevo: en un futuro cuando vuelva a ver a esas personas, recordarán que se les dio golosinas para portarse bien y lo harán de nuevo con tal de un premio.
La función de la memoria canina todavía es una investigación abierta e interesante para la ciencia. Algunos investigadores creen que los perros tienen memoria episódica ligada a la idea de la autoconciencia de pensar en uno mismo, dice American Kennel Club.
En algunos estudios se ha evidenciado que los perros usan una memoria episódica para repetir las acciones de sus dueños o de su entrenador y que estos recuerdos creados duran intactos hasta una hora.
Los perros no tienen memoria a corto plazo. Sus recuerdos están frescos dentro de los dos primeros minutos cuando la información no es relevante para ellos, después de este tiempo comienzan a olvidar, dice un estudio publicado por Stockholm University.
Sus bancos de memoria a corto plazo les permite sentarse, comer, tomar agua, correr, jugar, ladrar y hacer sus necesidades básicas.
A largo plazo, la ciencia dice que los caninos no pueden retener información inútil, ya que desechan lo que no promueve su capacidad de supervivencia.
Cuando son jóvenes, los perros tienen una mejor plasticidad cerebral, lo que les permite entrenar su memoria y su funcionamiento cognitivo para cuando se conviertan en adultos.
Los expertos sugieren darles una vida sana y activa, con rutinas de ejercicio regulares y juegos diarios, de acuerdo a tu tipo de raza, tamaño y complexión.
Asimismo, es ideal tenerlos un entrenamiento de refuerzo positivo para que trabajen la memoria asociativa y su inteligencia.
Cuando los perros no trabajan su cerebro de jóvenes, tienen altas probabilidades de desarrollar una forma de demencia conocida como disfunción cognitiva canina (CCD) cuando se convierten en adultos mayores.
Esto significa que desarrollarán cambios en los ciclos de sueño, cambios en sus interacciones sociales, desorientación, ansiedad, estrés, descontrol en sus hábitos diarios y necesidades básicas