La pandemia por coronavirus es una situación que puede desencadenar problemas de salud secundarios ligados al estrés y ansiedad.
Factores como la preocupación por el aumento de casos positivos y muertes en todo el mundo; inestabilidad financiera, incertidumbre por el futuro y, principalmente, el aislamiento social, puede originar reacciones negativas en adultos, jóvenes y niños.
De acuerdo con datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), el actual brote y el confinamiento puede ocasionar:
Si bien cada adulto lidia con el estrés en estos días de diferente manera, practicando ejercicio, haciendo llamadas a sus seres queridos o trabajando desde casa; puede que los niños y adolescentes no lo estén haciendo de la misma forma.
Por lo que es importante lanzar foco a lo que piensen y sientan sobre a esta situación, a sus acciones y actitudes, para poder ayudarlos a enfrentar la pandemia y el confinamiento.
Los CDC sugieren que los menores suelen actuar de la misma forma que los adultos que los rodean, por lo que es necesario poner un ejemplo positivo, además de reaccionar con “calma y confianza” para que se sientan apoyados y preparados para una vida durante y posterior al coronavirus.
Es necesario que los adultos identifiquen las siguientes señales de estrés y ansiedad de sus hijos:
Los especialistas sugieren hablar con los niños y adolescentes sobre la pandemia por coronavirus, responder sus preguntas y dudas, así como aportar datos o utilizar términos que ayuden a su comprensión.
Es necesario hacerles sentir que están seguros, que está bien sentirse angustiados y que pueden compartir sus emociones para dejarse ayudar.
Aunque la información es primordial en los tiempos de coronavirus, es necesario limitar la exposición de la familia a coberturas de noticias sobre la emergencia sanitaria todo el tiempo, incluidas las redes sociales, ya que los menores pueden interpretar mal lo que escuchan o asustarse por algo que no entienden.
También es importante crear rutinas diarias para mantener la mente ocupada, como clases en línea, actividades de aprendizaje, actividades relajantes, juegos, ejercicio, lecturas, entre otras.
Los niños suelen imitar lo que hacen los adultos, por lo que se sugiere mantener sanos patrones de sueño y alimentación, además de contacto contínuo entre los miembros de la familia para evitar sentirse solos.
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