El yoga es una actividad antigua originada en India que significa “unirse”, simbolizando la unión de cuerpo y mente.
Desde diciembre de 2014, y gracias a su popularidad en el mundo, las Naciones Unidas proclamaron el 21 de junio como Día Internacional del Yoga.
Practicar yoga mejora la flexibilidad y construye fuerza muscular gracias a sus diferentes posturas, al mismo tiempo que relaja la mente con sus prácticas de meditación.
Existen muchos estilos de yoga, ninguno mejor que otro, solo están adaptados a lo que busque cada persona.
Hatha: Este es el estilo más común porque se hacen posturas básicas y suaves. Ideal para principiantes.
Ashtanga: Este tipo de yoga otorga un entrenamiento riguroso, por lo que es para seguidores más avanzados.
Yin Yoga: 60 minutos de una clase de este estilo, se siente como tres horas, porque se hacen pocas posturas, pero de larga duración.
Bikram: En este tipo de yoga, las clases se toman en salones con alta temperatura. El calor intenso podría afectar a aquellos que no están acostumbrados a hacer ejercicio con muchos grados.
Vinyasa: Las clases de yoga con este estilo pueden variar entre intensas y suaves.
Hot Yoga: Es un tipo de yoga donde hay mucha actividad física en una habitación con alta temperatura.
Iyengar: En este estilo el instructor se enfocará en que la postura de sus alumnos siempre sea correcta, les dará muchas instrucciones detalladas.
Restorative Yoga: Es la clase ideal para los que están muy agotados o estresados, pues se dedica a relajar el cuerpo con determinadas posturas.
Naked Yoga: En algunos centros de yoga se imparten clases donde los presentes están desnudos. Sin embargo, es una clase normal.
Realizar yoga ayuda a muchos aspectos de la vida, tanto físicos como mentales.
Mejora la fuerza. La yoga aumenta la flexibilidad, fuerza muscular y mantiene un metabolismo equilibrado.
Controla la ansiedad. A través de una mejor respiración, el yoga combate la ansiedad porque hay un aumento de la energía y vitalidad.
Ayuda al cerebro. La meditación mejora el desempeño de las personas porque la mente se relaja y, por consecuencia, controla sus pensamientos y decisiones.
Mejora la alimentación. Hacer yoga no es un ejercicio que queme muchas calorías, pero esta actividad vuelve a sus practicantes más conscientes de lo que comen porque aprenden a conocer su cuerpo.
Beneficia al corazón. Se ha comprobado que practicar yoga reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Combate y previene la depresión. Al estar bien con la mente, las personas que realizan yoga mejoran sus pensamientos.
Reduce el insomnio. La relajación que brinda el yoga hace que sus alumnos disfruten de sueños largos y placenteros.
Aunque los dos conceptos están ligados a la paz interior y la tranquilidad del cuerpo, son diferentes. La yoga se enfoca en general en relajar el cuerpo y la mente, al mismo tiempo que mejora su condición física.
Mientras que el mindfulness se enfoca en recordarles a las personas que están en un “presente”, y lo deben vivir con interés, curiosidad y aceptación, sea cual sea la experiencia, pero sin agregar más conflicto o expectativa.
El mindfulness ha sido estudiado por la Psicología y Medicina, quienes han reconocido que ayuda a reducir el estrés, y los síntomas físicos y mentales asociados a éste.
Estas son algunas razones por las cuales empresas como Google y Adobe tienen programas de mindfulness para sus empleados.
Tolerancia al estrés. La práctica les ayuda a quitar el pensamiento de que todo el trabajo tiene que ser estresante.
Evitar la rutina. Esta actividad evita y previene que las personas caigan en la rutina y en lugar de hacer las mismas cosas todos los días, cambien y propongan cosas nuevas.
Mantener la atención. El mindfulness también se enfoca en aprender a no distraerse y concentrarse, más cuando las horas de trabajo son largas.