Un grupo de activistas, conformado principalmente por ex trabajadores de la industria del aerotransporte, mantienen una campaña para que las aerolíneas comerciales dejen de utilizar componentes tóxicos que podrían estar contaminando el aire de las cabinas de las aeronaves provocando al largo plazo el llamado síndrome aerotóxico.
A la altura en que las aeronaves comerciales realizan sus vuelos, la presión del aire a la intemperie hace que éste no sea respirable por lo seres humanos, para ello se han desarrollado sistemas de aire comprimido para mantener las condiciones necesarias para la vida a lo largo de los vuelos.
Estos sistemas de aire comprimido consisten en obtener el aire para consumo humano a través de los motores de los aviones, sometiéndolo a un proceso de enfriamiento, para dirigirlo finalmente a la cabina de vuelo.
Este proceso no significa por sí mismo un riesgo de salud, pero los activistas sostienen que fallas potenciales en el aislamiento de los motores puede causar que se filtren partículas de aceite, fluidos hidráulicos y químicos dañinos como los órgano-fosfatos, utilizados como lubricantes, que pueden contaminar el aire.
Este sistema es utilizado en la mayoría de los aviones comerciales, excepto en el nuevo Boeing 787.
Los activistas señalan que entre las consecuencias de esta contaminación es que las personas que se someten a este tipo de contaminación al largo plazo pueden presentar el síndrome aerotóxico.
Los activistas sostienen que al largo plazo los efectos pueden resultar en enfermedades pulmonares, principalmente pilotos y sobrecargos que pasan varias horas a la semana a lo largo de los años sostienen que al largo plazo se puede desarrollar el síndrome aerotóxico.
Los síntomas de este síndrome serían: fatiga, vértigo, temblor del cuerpo, desmayos, pérdida de conciencia, problemas de la memoria, dolores de cabeza, mareos, confusión y problemas cognitivos, nausea, diarrea, vómito, tos, dificultad respiratoria, dolor en el pecho, taquicardias, irritación de los ojos y de las fosas nasales.
El supuesto síndrome aerotóxico no está reconocido como tal por parte de ninguna organización médica y existe controversia en torno a la veracidad de esta alerta difundida por trabajadores de la industria aérea.
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